¿Fue fácil la decisión?
Ya te digo, ¿Cómo les iba a decir que no? Aunque me viniera mejor o peor, todo es cuestión de organizarse. Yo vengo dos horas a la semana. Todos los viernes. Dos horas de clases de Celador.
¿Ya le tienes el ritmo cogido?
Al principio es verdad que no me sentía segura, nunca había dado clases. Pero me animaron mucho y la verdad que lo pensé y me dije… “si no se, aprendo”. Y no sabes lo satisfecha que me siento. Porque he sido capaz de dar clases, pero sobre todo por lo que hago. Por lo que aporto a las personas con discapacidad que están todas las semanas conmigo.
¿Enseñas tu o te enseñan ellos?
Yo les enseño el temario de celador, y ellos me enseñan sobre otras muchas cosas. Sobre todo me demuestran el valor de la constancia y la ilusión. Creo que con esto se pueden abrir muchas puertas y sobre todo derribar muchos prejuicios. Se merecen más oportunidades que las que tienen, una vez que aprenden la labor a realizar lo hacen a la perfección, con constancia.
¿Animas a la gente a ser voluntaria?
Sin duda. Además que hace falta. Se necesitan voluntarios para poder llevar a cabo talleres por las tardes, las salidas de ocio que tan necesarias son para todas las personas… Toda persona puede aportar como voluntaria o voluntario, y por mi experiencia, aprendes tú más de ellos y ellas.
¿Quieres hacerte voluntario o voluntaria?